Durante los primeros meses, lo peor fueron,
como en el caso de tantos padres, los tan merecidamente temidos cólicos
del lactante, para los que, por nuestra experiencia, parece no haber mucho
remedio realmente efectivo. A pesar del
escepticismo de nuestra pediatra, la
desesperación nos llevó a probar los diferentes remedios que nos recomendaron
padres más experimentados que nosotros. De esa época recuerdo eso sobre todo:
la impotencia de ver y oír a la niña llorando desconsoladamente durante un tiempo que se hacía interminable, sobre
todo por la tarde-noche, a veces los dos juntos, a veces alternándonos para intentar
proporcionarle alivio de alguna forma… y el descanso que sentíamos cuando por fin
la pobrecita se callaba y se dormía… La niña nació en enero y los terribles
cólicos fueron disminuyendo poco a poco hasta que finalmente cesaron cerca del verano.
Nota para los que váis a ser papis próximamente: a nosotros, lo que mejor nos funcionaba era el proporcionarle calor en la barriguita, (utilizábamos bolsas de semillas que se calientan en el microondas); a veces masajearle en sentido circular la barriguita y, finalmente, mantenerla en, y alternar, las posturas recomendadas para proporcionar alivio a los bebés en esta etapa.
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