Después de varios días de
preparación explicándole que el próximo día iba a entrar sola en la piscina
porque ya era mayor, llegó el día x, o lo que es lo mismo, su primer día de
clase en el segundo nivel: el de pato, (en el que los niños entran sin
acompañante en el agua). Cuando estábamos en el coche de camino, María dijo que
quería que entrase con ella: no tengo muy claro si se refería al edificio o al
vaso de la piscina, por lo que sencillamente le dije que entraría con ella pero
que iría a otro sitio a nadar con otros papis y mamis mientras ella nadaba con
los niños.
Cuando llegó el momento,
entré con ella y la acompañé hasta donde estaba el monitor. Otro monitor informó
al nuevo profe de María en este nivel de “patos” que tres niños de “bebés” se
incorporaban ese día, María entre ellos.
Quedé un poco sorprendida
al ver que los otros niños y niñas parecían unos cuantos años mayores que ella;
tan sólo había otro niño que parecía tener su misma edad.
María parecía contenta y
pareció olvidarse por completo de mí… Así que me fui a nadar a una de las calles de natación libre.
Básicamente, pasé el tiempo que duró la clase nadando y parando de vez en
cuando al final de mi calle, desde donde tenía buena visión de la calle, tres
más allá, en que estaban María y sus demás compañeros “patos”.
Tan sólo había un niño
del “tamaño” de María, al que no parecía convencer la idea de meterse en el
agua… Creo que él era uno de los nuevos. María, por el contrario, estaba
encantada… Tenía cinturón, manguitos y además le dieron una tabla durante un
momento, con lo que flotar no era problema… Incluso nadaba boca arriba sin
problema, algo a lo que se resistía anteriormente estando conmigo en clases del
nivel “bebé”. Además, estaba con niñas
mayores, algo que sabemos que le gusta especialmente.
En un determinado momento,
el monitor les pidió que saliesen del
agua para entrar de nuevo saltando, por lo que hicieron cola… María destacaba
en el grupo por ser la más pequeñita en altura con diferencia; (conste que, de
acuerdo con todos, incluida su pediatra, es alta para su edad). Dos de las niñas mayores le indicaron empujándola
en la espalda suavemente que se pusiese al principio de la cola… Y los niños fueron
saltando por turnos… Yo, situada en mi punto de observación, miraba la escena y
sentía orgullo de aquella canija.
Cuando, instantes más tardes, estando los niños en el agua, el monitor dijo: “Muy
bien, María, es el primer día que estás con nosotros, y lo estás haciendo muy
bien”, el orgullo que yo sentía alcanzó su grado álgido…
Aquélla mañana, yo había
leído un cuento en el cole de María para los niños de tres años. Al acabar el
cuento, una profesora dijo que yo lo había hecho muy bien y le pidió a los
niños que me aplaudiesen. Los niños aplaudieron, pero María se levantó, corrió hacia mí y me dio un gran abrazo.
No creo que ella sea consciente, pero supongo que en aquel momento ella estaba
también orgullosa de mí… Sí, todavía
está en la etapa en que se enorgullece de sus papis… (Es innecesario decir que
sus abrazos son uno de los mejores premios que se me ocurren).
Me satisface enormemente este
sentimiento de orgullo que yo, como madre, siento por ella en algunos momentos…
Y me encanta que ella parezca enorgullecerse de sus papis a veces. Este orgullo
es experimentado por todos los padres y niños de la edad de María; para algunas
personas puede que no sea nada extraordinario, pero para mí, (y creo que para
todos los padres), es un sentimiento muy especial y totalmente insustituible…
Así pues, no tengo
reparos en autoproclamarme: “Orgullosa mamá pato”.
Fotografía (móvil): Elena Sánchez
Hola Elena,muchas gracias por tenerte en mi blog,por tus comentarios.
ResponderEliminarYo también he sido Papa Pato,pero ya hace muchos años,tengo una chica de 20 añitos,he disfrutado muchísimo con ella de bebe de niña,hasta en su horrorosa adolescencia jjjjjeee, las niñas son mucho mas maduras que lo niños y nos dio unos añitos complicados,pero todo vuelve a la normalidad.
Un Saludo desde Gijon
Se agradece la experiencia de los que ya habéis pasado fases que a nosotros todavía no nos han tocado... Gracias por tu comentario. Por cierto, me encanta tu tierra.
EliminarYo no quería comentar mucho para no monopolizar los comentarios de tu blog y quitarte protagonismo y esas cosas ;-) pero esto de la mama pato... BUENIIISSIMO! Le pones una música lenta de fondo y a llorar de emoción todo el mundo!.
ResponderEliminarEn serio, que me ha tocado la fibra sensible, yo también soy un "orgulloso tío pato"
Ya verás como el ser orgulloso papá pato es incluso mejor... Biquiños
EliminarPues a mi me sigue pasando lo mismo, y mi hija ya tiene 26 años. Besitos para vosotros tres y para todos los papás y mámas orgullos@s de sus hij@s.
ResponderEliminarGracias por tu comentario. Biquiños también para vosotros.
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