Mi marido y yo fuimos a hacer una visita a casa de mis padres.
Estaban allí la madrina de María, mi hermana Mª Jesús, que se había llevado a la niña un poco antes de ir nosotros, y, por supuesto, los abuelos.
Estuvimos pintando un librito para colorear un buen rato y en un determinado momento, ya cansada de esa actividad, María cogió dos cuadros que estaban relegados a un lado de la mesa donde pintábamos. Los dos eran fotos de hacía ya tiempo. En uno, un retrato de mis abuelos paternos; en el otro, un grupo numeroso de personas: mis hermanos y yo de pequeños, mi madre y mis abuelos maternos, entre otros.
Le pregunto a María si reconoce a mamá en esa foto, y, como no me reconoce, le voy preguntando si conoce a sus tíos Mano, Yolanda, Bea y a la madrina. Veo la sorpresa en sus ojos cuando le digo que el tío Manolo es el niño pequeño, que Yoli es la niña pequeña, y cuando le señalo a mamá, a la madrina y a la abuela. Al final, ya es capaz de reconocer ella, por sí sóla, a la tía Bea y parece entender la idea de que la foto es de hace mucho tiempo y de que, por esa razón, la gente ha cambiado tanto.
Sin embargo, me aventuro a ir más allá y le hablo de mis abuelos: le explico que los señores mayores son mis abuelos porque yo, igual que ella, tengo también abuelos: dos abuelos y dos abuelas. Tras un rato, parece haber asimilado la idea. Ayuda, supongo el hecho de que recientemente, dedicamos algún tiempo a explicarle que el abuelo José y la abuela Lolita son los papis de papá y la abuela Carmen y el abuelo Manolo los papis de mamá; (explicación que por cierto, le produjo bastante grado de perplejidad).
Así, cuando parece haber entendido que esos señores mayores son mis abuelos, le digo: “Pero ya no están. Eran viejitos y se murieron…”.
No dice nada, supongo que está asimilando lo que le acabo de decir… De allí a un momento, dice convencida y con una sonrisa con la cual parece querer darnos su versión del fenómeno que acaba de aprehender: “Eran velliños y se mataron”.
Matizo: “No, corazón, se murieron. Son cosas distintas”.
Más tarde de camino a casa, mi marido, la madrina, yo y la niña, rememoramos el diálogo entre sonrisas: “Eran velliños y se mataron”, repito yo en voz alta. Mi hermana, que habla gallego todo el tiempo, corrige en alto para que la niña lo oiga: “Morreron”.
María, que está siendo educada en el uso de tres lenguas, (gallego, español e inglés), y que, como es lógico, las mezcla un poco, corrige a su manera: “Se morreron”, y a continuación lanza una pregunta difícil: ¿Y dónde están?. Yo, que soy creyente aunque no muy practicante, pero que deseo educarla en la religión cristiana, le contesto: “En el cielo”, a la vez que lo señalo con la mano. La niña me mira y no dice nada…
Yo veo confusión en sus ojos, y esa confusión y su silencio me llevan a pensar lo inaccesible que debe ser para una niña de dos años ese concepto que acaba de serle transmitido. A continuación, me digo a mí misma: “Suficientes mensajes complicados por hoy. Esperemos a la próxima vez que pregunte al respecto”. Y seguimos caminando hacia casa…
Ya no soy una jovencita, y las experiencias que he tenido me han servido para ver las cosas de una cierta forma. Este blog comenzó en un momento en que me dedicaba al cuidado de mi hija y quería hacer "algo más". Trata de cosas que he experimentado o que me interesaron en algún momento: experiencias y anécdotas vividas; mi opinión sobre ciertos temas; educación en general y enseñanza de idiomas en particular; mi afición por hacer fotos; educar a mi "peque" cuando era peque (ahora me veta);...
ANÉCDOTAS Y FRASES PARA RECORDAR DE MARÍA
viernes, 9 de diciembre de 2011
"Eran velliños y se mataron"; 2011, 13 de noviembre
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