domingo, 18 de diciembre de 2011

La felicidad es correr muy, muy rápido con tus amiguitas de la mano...; 2011, 14 de diciembre

María está en el último curso del 1º ciclo de infantil. Anteayer la llevé, como siempre, al “cole” y llevamos a cabo una vez más, la rutina de todos los días: quitar abrigo, dejar sólo prendas ligeras por la alta temperatura, poner mandilón y dar beso o abrazo de despedida (recibir el uno o el otro, y alguna vez no recibir nada, depende de su afán por incorporarse a la actividad que estén realizando los demás niños). Dado que ese día, esta servidora tenía que realizar varios desplazamientos, habíamos ido en coche. Para volver al mismo, deshice el recorrido: rodeé el edificio, y tomé el camino paralelo al gran patio interior del recinto. La pared del patio está acristalada en su gran parte, por lo que éste se puede ver desde fuera. Reconocí enseguida a los niños de la clase de María. Obviamente, en el breve intervalo transcurrido desde nuestra despedida, había llegado el turno de salir al patio a los de su clase. Cuando llegaba al final de la cristalera, distinguí a mi hija en el medio de dos niñas. Las tres estaban agarradas de las manos: una, (su “mejor amiga” desde hace mucho); la otra (era “mala” el año pasado porque “pegaba”, pero este año “ya no pega y es su amiga también”). No pude evitar parar y girarme para mirar: Las tres sonreían y gritaban exultantes mientras atravesaban el patio a todo correr sin soltarse. Fijé mi atención en la expresión de María… (Un inciso: A María le encanta correr desde siempre, pero por seguridad no se lo dejamos hacer, ni con la frecuencia ni a la velocidad que le gustaría; además, desde hace poco, le encanta interactuar y jugar con niños de su edad). No pude evitar sonreír: La cara de mi hija era el reflejo de lo que debe ser la felicidad… Correr tan rápido con sus “mejores amigas” agarradas de las manos: ¡qué maravilla!.
Rememorándolo ahora, no puedo evitar pensar: ¡Qué pena hacerse mayores!, y sobre todo: ¡que pena que dejemos de buscar la felicidad en cosas intrascendentes!... Bueno, rectifico: ¡qué pena que nos esforcemos en buscar satisfacción en cosas materiales o supuestamente importantes!. Para mí, después de muchas vivencias, la auténtica felicidad está en cosas pequeñitas, en cosas con escaso valor en términos económicos y que no cotizan en bolsa…

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